QUOMIC BOOK PRESENTA
Edita: A. J. Quomic
Cartagena, 1992
4 números
Tamaño: 30 x 21 cm.
Fotocopia B/N, excepto las portadas del número 4 en tinta
roja.
Número páginas: Nº 1: 24. Nº 2: 32. Nº 3 y 4: 44.
Encuadernado con grapa.
PVP: Nº 1 y 2: 150 pts. Nº 3 y 4: 200 pts.
Coordinado por Miguel Fernández Soto, reunía las aventuras
de diversos personajes de género súper heroico entre parodia y aventura: Los
Vengativos, Head Hunter, Los 4 Fantasiosos, entre otras series, creadas por
Luis Carlos Suarez, José Luis Salas Vidal, Mariano Saura Copete, Miguel
Fernández y Francisco Manuel Quilez ‘Fran’, además las historietas y humoradas
de Lorenzo y Gregorio Lorente ‘Lobothomia’. Desde el tercer número se
incluyeron reseñas de fanzines.
Fue la alternativa gráfica a la revista Pasaba Por Aquí,
literaria y crítica, del Colectivo Quomic.
Para el nunca editado número 30 de Pasaba Por Aquí, Miguel
Fernández, realizó un texto donde comentaba la génesis y directrices de aquella
publicación. Ahora lo rescato como testimonio de importancia.
Quomic-book y la parodia fanzinera.
Un fanzine nace por una necesidad de expresión y una ilusión
de verla materializada. Así de simple. En mi caso hay una pequeña historia
detrás que me llevó a esta aventura de la que, diez años después, no me
arrepiento. Al contrario, me siento feliz de haberla emprendido y desarrollado
durante cuatro años, ahora os cuento porqué.
La asociación Quomic fue formada en octubre de 1991 por
un grupo de aficionados de Cartagena
ilusionados con la posibilidad de dar a conocer sus trabajos y aún más, los de
los demás autores potenciales de la región, como figura en sus estatutos
fundacionales. En la ciudad había tenido
lugar, en la década anterior, el primer intento serio de consolidar el fanzine
con apoyo institucional: NPI, sin olvidarnos del colectivo independiente
Firestar, de la revista Esra y del boletín
La Guía del cómic, obra de nuestro presidente y amigo, además de la
persona que nos reunió, Paco Olivares.
A mí siempre me había gustado dibujar, emborronando papeles
y llenando los cuadernos de apuntes con dibujitos marginales, pero nunca me lo
había tomado con la constancia necesaria para convertirme en un buen dibujante.
No obstante, hacia 1983 ya había mandado alguna historieta a concursos puntuales
(como la pagina del lector que publicaba Toutain en su Comix
Internacional) y ganado un premio de dibujo en un concurso
de cómic organizado en mi instituto. Con algunas de las historietas
participantes, material adicional dibujado por mí y completado con algunos artículos, monté mi
primer fanzine, Zoroastro cómics, que no
pasará a la historia de
las revistas de aficionados, dejando aparte su discutible
calidad, por que no llegué a sacar más que una copia para mí y no sé por donde
diablos andará la dichosa maqueta.
Luego vinieron cinco años de universidad más uno para
recuperar una asignatura (la maldita Geografía Agraria) y me dejé un poco de lado los dibujitos para centrarme en temas
más serios. Aunque en época de exámenes, todavía aparecían en mis apuntes
cientos de simpáticos muñecos que me distraían momentáneamente del tedioso
estudio.
Como el último año disponía de mucho tiempo libre, sólo con
mi asignatura, trabajé un par de meses para el INE y me apunté a un curso de
dibujo y caricatura que me devolvió las ganas de dibujar. Allí hice amistad con
algunos aficionados a la historieta con los que meses después se formaría la
asociación. Era marzo del 91, y justo después del verano Paco Olivares empezó a
ficharnos para su proyecto.
Contábamos con el apoyo que la Concejalía de Juventud
concedía a las asociaciones juveniles, teníamos nuestros propios estatutos,
pero nos faltaba un nombre. Recuerdo una reunión multitudinaria, a la que a los
socios fundadores se unió un grupo de chavales, más por la curiosidad que por
otra cosa, en el que se intentaba encontrar una buena denominación para
el colectivo. Después de muchos disparates, la única
propuesta sensata, aunque tampoco nos convencía mucho, fue la de Atala Torres,
que fusionaba las palabras Quorum y Cómic en una que a mí me pareció horrorosa:
Quomic.
Luego nos acostumbramos al nombrecito. Como es natural,
enseguida surgió la posibilidad de hacer una primera revista con nuestras
historietas. Pero éramos muchos y la limitación de
espacio nos obligó a seleccionar los trabajos que
compondrían el primer número de nuestra publicación, que, para variar, también
nos costó lo suyo titular. Al final y por iniciativa del mentado Atala con su
inseparable Ancope, se llamó Llévate una. Apuntaos otra, chicos.
Ante la inminente posibilidad de ver algo mío publicado,
parí, no sin esfuerzo, una parodia súper heroica que titulé La noche de la
Pantera en referencia a un episodio
de la serie Dan Defensor (Daredevil se
llamó así en España hasta la llegada de Forum) en el que salía de invitado uno
de mis personajes preferidos: La Pantera Negra, y para la ocasión le hice
enfrentarse en clave de humor al Segador recordando el primer enfrentamiento
entre ambos personajes en un memorable episodio de Los Vengadores, también de
la época Vértice. Disfruté mucho poniendo en movimiento a este personaje de
color (de color negro, que diría un racista) con un grafismo sencillo, una
mezcla de Ibáñez y de Jan (pero sin ninguno de sus talentos), en una historieta
muda que, me temo, pocos llegaron a comprender.
Así que, tampoco fue de extrañar que, según las votaciones,
mi historieta quedara fuera del primer número... lo que no me desanimó en absoluto a intentar darle
una salida a mi trabajo. De hecho, se me ocurrió la manera ideal: crear una
revista expresamente dedicada a una temática específica en la que siempre me
había sentido particularmente a gusto: la parodia del cómic de súper héroes.
Una temática por otra parte, inusual hasta entonces en las revistas de
aficionados, aunque después se han multiplicado los ejemplos.
Además, tenía el cómplice perfecto: Mariano Saura, a quien
conocí en el mencionado curso de dibujo y caricatura y que, además, se unió a
la Asociación. Mariano hasta la fecha había dibujado sobre todo súper héroes, y
logró colar una historia en el primer Llévate Una porque ante todo era un buen
dibujante. Buen dibujante, especializado
en súper héroes, con ganas de trabajar con un guionista... demasiado bueno para
dejarlo escapar. Así que, casi de inmediato, le propuse trabajar juntos y hacer
una revista especializada en los súper héroes pasados por el tamiz de la
parodia y del humor. Naturalmente aceptó y le aboceté una historia, un What If
titulado "Y si el Observante flipara?”,
donde el bueno de Uatu, consumidor habitual de hachís , divagaba
imaginando una serie de situaciones, a cual más sonrojante, con los súper
héroes de la Marvel. De un guión de
apenas dos páginas con media docena de situaciones salió un cómic enriquecido
de cinco páginas en las que Mariano había añadido situaciones de su propia
cosecha. Desde el principio estuvo claro que nuestro "matrimonio
creativo" iba a estar bien avenido y como para completar el primer
número de la revista se necesitaba, al
menos una tercera historia, escribí una parodia de mi grupo preferido, Los
Vengadores, retomando un principio de
historia que había esbozado muchos años antes: Stan Lee continúa dibujando, en
solitario, tras la marcha de Kirby las aventuras del grupo (una pequeña
licencia creativa ¿vale?), pero, como está aburrido de tomárselos en serio,
decide cortar por lo sano y meterlos en una aventura delirante en los que se
enfrentarán al creador (él mismo), un supertipo de poderes inmensos que se alía
al Dr. Chung, personaje inventado para la ocasión por la necesidad de crearles
una némesis, un híbrido entre el Dr. Muerte y un enemigo del supergrupo de la
serie Superlópez en la época en que la guionizaba Pérez Navarro, mi etapa
favorita. El planteamiento podía dar
mucho juego, y tras la derrota de los personajes era obvio que necesitaba una
continuación, así que por nosotros, estupendo.
La aventura editorial había empezado, con el auspicio de
Quomic (no tuve ninguna duda sobre el título: mezclé el nombre de la asociación
-para entonces, ya me había acostumbrado- con el que reciben estos tebeos en
Norteamérica y salió Quomic-Book, un título, a mi parecer, coherente con el
contenido) y la ilusión aunada de dos chavales comenzó a dar sus frutos.
Escasos, pero frutos al fin y al cabo. Se vendió en librerías locales y nos
llevamos algún ejemplar al Salón de Barcelona de 1992. Salió reseñado en varios
fanzines, hasta en El Jueves, se vendieron algunos ejemplares por correo...
en suma, teníamos un pequeño público que quería ver más aventuras de nuestros
personajes. En particular gustaron mucho las de los Vengativos,
así que la cosa marchaba y preparamos un segundo número
donde continuamos la serie y empezamos a pensar en nuevos contenidos. El
segundo ejemplar tenía como aliciente un personaje creado por Mariano, Headhunter,
una especie de Robocop en una narración que se salía del tono del primer número
ya que no estaba contado en clave de humor. Conocimos más gente, intercambiamos
el fanzine con otros colegas por correo y empezamos a ser conocidos en el
mundillo. Nuestro
tercer número tardó un año en aparecer, pero salió, en mi opinión, más
redondo que en anteriores ocasiones. El dibujo de Mariano había madurado y ganado en calidad y en ese tiempo habíamos
conocido a los Lorente bros. Que nos ofrecieron una historieta larga suya,
parodia de la película Depredador que encajaba perfectamente en la temática de
la revista.
Y un amigo de Jaén
había accedido a colaborar ilustrando un guión mío titulado Vacaciones
prehistóricas, protagonizadas por la parodia de otro de mis grupos preferidos
de Marvel, los 4 F, que aquí se llamaron
los 4 Fantasiosos. A mi parecer estas dos colaboraciones enriquecieron
notablemente el nivel artístico del fanzine y aún lo considero nuestro mejor número. Además,
guardo un buen recuerdo de él porque se reseñó en Forum y en Zinco con una
buena crítica y nos pidieron desde varios puntos de España no sólo ese número,
sino también los anteriores. Además,
este número presentaba la esperada conclusión del serial de Los Vengativos con
un
episodio de 12 páginas.
En 1995 salía el cuarto y último número de Quomic-Book con
el segundo episodio de los fantasiosos en la prehistoria, una pequeña, pero de
gran calidad, colaboración de los Lorente (un what if antológico, titulado:
"¿Y si el universo Marvel estuviese plagado de erratas?"), un epílogo
a la historia de los vengativos con el destino del DR. Chung y una nueva
historia de Headhunter de 22 páginas guionizada por un amigo de Mariano, Luís
Suarez, que sinceramente era muy buena, lástima que no llegara a hacerse una continuación en un quinto número,
porque el serial de los 4 F. quedaba también inconcluso.
¿Qué pasó después, por que no se continuó? No recuerdo
exactamente las circunstancias, pero
puedo decir que en cuatro años se evoluciona, cambian las necesidades y, lo que
en un principio se hacía por diversión se estaba convirtiendo casi en un
compromiso nuestro por seguir publicando. Mariano estaba haciendo su carrera de
Ilustración en Murcia y eso le ocupaba mucho
tiempo, razón por la cual se habían retrasado los últimos
números. Y además, mandaba pruebas de dibujo a Marvel porque uno de sus sueños
era -y es todavía- llegar a publicar algún día en el país de los dólares, lo
que le restaba aún más tiempo libre. Por mi parte estaba reconduciendo mi
actividad dentro del cómic escribiendo
artículos de información y opinión tanto para nuestra revista Pasaba por Aquí
(sí, esta misma que estás leyendo y que lleva aguantando el tipo 10 años) como
para otros fanzines nacionales, y en poco tiempo colaboraría con diarios y
revistas de mayor tirada. Quomic-book fue una buena experiencia, un puente
necesario para pasar a otros niveles, la materialización de unas inquietudes de
comunicación, y duró lo necesario para completar este ciclo. No puedo pedir más.
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