viernes, septiembre 22

QUOMIC BOOK PRESENTA

Edita: A. J. Quomic
Cartagena, 1992
4 números
Tamaño: 30 x 21 cm.
Fotocopia B/N, excepto las portadas del número 4 en tinta roja.
Número páginas: Nº 1: 24. Nº 2: 32. Nº 3 y 4: 44.
Encuadernado con grapa. 
PVP: Nº 1 y 2: 150 pts. Nº 3 y 4: 200 pts.




Coordinado por Miguel Fernández Soto, reunía las aventuras de diversos personajes de género súper heroico entre parodia y aventura: Los Vengativos, Head Hunter, Los 4 Fantasiosos, entre otras series, creadas por Luis Carlos Suarez, José Luis Salas Vidal, Mariano Saura Copete, Miguel Fernández y Francisco Manuel Quilez ‘Fran’, además las historietas y humoradas de Lorenzo y Gregorio Lorente ‘Lobothomia’. Desde el tercer número se incluyeron reseñas de fanzines.




Fue la alternativa gráfica a la revista Pasaba Por Aquí, literaria y crítica, del Colectivo Quomic.

Para el nunca editado número 30 de Pasaba Por Aquí, Miguel Fernández, realizó un texto donde comentaba la génesis y directrices de aquella publicación. Ahora lo rescato como testimonio de importancia.




Quomic-book y la parodia fanzinera.

Un fanzine nace por una necesidad de expresión y una ilusión de verla materializada. Así de simple. En mi caso hay una pequeña historia detrás que me llevó a esta aventura de la que, diez años después, no me arrepiento. Al contrario, me siento feliz de haberla emprendido y desarrollado durante cuatro años, ahora os cuento porqué.

La asociación Quomic fue formada en octubre de 1991 por un  grupo de aficionados de Cartagena ilusionados con la posibilidad de dar a conocer sus trabajos y aún más, los de los demás autores potenciales de la región, como figura en sus estatutos fundacionales.  En la ciudad había tenido lugar, en la década anterior, el primer intento serio de consolidar el fanzine con apoyo institucional: NPI, sin olvidarnos del colectivo independiente Firestar, de la revista Esra y del boletín  La Guía del cómic, obra de nuestro presidente y amigo, además de la persona que nos reunió, Paco Olivares.




A mí siempre me había gustado dibujar, emborronando papeles y llenando los cuadernos de apuntes con dibujitos marginales, pero nunca me lo había tomado con la constancia necesaria para convertirme en un buen dibujante. No obstante, hacia 1983 ya había mandado alguna historieta a concursos puntuales (como la pagina del lector que publicaba Toutain en su  Comix
Internacional) y ganado un premio de dibujo en un concurso de cómic organizado en mi instituto. Con algunas de las historietas participantes, material adicional dibujado por mí  y completado con algunos artículos, monté mi primer fanzine, Zoroastro cómics,  que no pasará a la historia de
las revistas de aficionados, dejando aparte su discutible calidad, por que no llegué a sacar más que una copia para mí y no sé por donde diablos andará la dichosa maqueta.

Luego vinieron cinco años de universidad más uno para recuperar una asignatura (la maldita Geografía Agraria) y me dejé un poco  de lado los dibujitos para centrarme en temas más serios. Aunque en época de exámenes, todavía aparecían en mis apuntes cientos de simpáticos muñecos que me distraían momentáneamente del tedioso estudio.

Como el último año disponía de mucho tiempo libre, sólo con mi asignatura, trabajé un par de meses para el INE y me apunté a un curso de dibujo y caricatura que me devolvió las ganas de dibujar. Allí hice amistad con algunos aficionados a la historieta con los que meses después se formaría la asociación. Era marzo del 91, y justo después del verano Paco Olivares empezó a ficharnos para su proyecto.

Contábamos con el apoyo que la Concejalía de Juventud concedía a las asociaciones juveniles, teníamos nuestros propios estatutos, pero nos faltaba un nombre. Recuerdo una reunión multitudinaria, a la que a los socios fundadores se unió un grupo de chavales, más por la curiosidad que por otra cosa, en el que se intentaba encontrar una buena denominación para
el colectivo. Después de muchos disparates, la única propuesta sensata, aunque tampoco nos convencía mucho, fue la de Atala Torres, que fusionaba las palabras Quorum y Cómic en una que a mí me pareció horrorosa: Quomic.

Luego nos acostumbramos al nombrecito. Como es natural, enseguida surgió la posibilidad de hacer una primera revista con nuestras historietas. Pero éramos muchos y la limitación de
espacio nos obligó a seleccionar los trabajos que compondrían el primer número de nuestra publicación, que, para variar, también nos costó lo suyo titular. Al final y por iniciativa del mentado Atala con su inseparable Ancope, se llamó Llévate una. Apuntaos otra, chicos.

Ante la inminente posibilidad de ver algo mío publicado, parí, no sin esfuerzo, una parodia súper heroica que titulé La noche de la Pantera en referencia  a un episodio de  la serie Dan Defensor (Daredevil se llamó así en España hasta la llegada de Forum) en el que salía de invitado uno de mis personajes preferidos: La Pantera Negra, y para la ocasión le hice enfrentarse en clave de humor al Segador recordando el primer enfrentamiento entre ambos personajes en un memorable episodio de Los Vengadores, también de la época Vértice. Disfruté mucho poniendo en movimiento a este personaje de color (de color negro, que diría un racista) con un grafismo sencillo, una mezcla de Ibáñez y de Jan (pero sin ninguno de sus talentos), en una historieta muda que, me temo,  pocos llegaron  a comprender.

Así que, tampoco fue de extrañar que, según las votaciones, mi historieta quedara fuera del primer número... lo que   no me desanimó en absoluto a intentar darle una salida a mi trabajo. De hecho, se me ocurrió la manera ideal: crear una revista expresamente dedicada a una temática específica en la que siempre me había sentido particularmente a gusto: la parodia del cómic de súper héroes. Una temática por otra parte, inusual hasta entonces en las revistas de aficionados, aunque después se han multiplicado los ejemplos.

Además, tenía el cómplice perfecto: Mariano Saura, a quien conocí en el mencionado curso de dibujo y caricatura y que, además, se unió a la Asociación. Mariano hasta la fecha había dibujado sobre todo súper héroes, y logró colar una historia en el primer Llévate Una porque ante todo era un buen dibujante.  Buen dibujante, especializado en súper héroes, con ganas de trabajar con un guionista... demasiado bueno para dejarlo escapar. Así que, casi de inmediato, le propuse trabajar juntos y hacer una revista especializada en los súper héroes pasados por el tamiz de la parodia y del humor. Naturalmente aceptó y le aboceté una historia, un What If titulado "Y si el Observante flipara?”,  donde el bueno de Uatu, consumidor habitual de hachís , divagaba imaginando una serie de situaciones, a cual más sonrojante, con los súper héroes de la Marvel.  De un guión de apenas dos páginas con media docena de situaciones salió un cómic enriquecido de cinco páginas en las que Mariano había añadido situaciones de su propia cosecha. Desde el principio estuvo claro que nuestro "matrimonio creativo" iba a estar bien avenido y como para completar el primer número  de la revista se necesitaba, al menos una tercera historia, escribí una parodia de mi grupo preferido, Los Vengadores,  retomando un principio de historia que había esbozado muchos años antes: Stan Lee continúa dibujando, en solitario, tras la marcha de Kirby las aventuras del grupo (una pequeña licencia creativa ¿vale?), pero, como está aburrido de tomárselos en serio, decide cortar por lo sano y meterlos en una aventura delirante en los que se enfrentarán al creador (él mismo), un supertipo de poderes inmensos que se alía al Dr. Chung, personaje inventado para la ocasión por la necesidad de crearles una némesis, un híbrido entre el Dr. Muerte y un enemigo del supergrupo de la serie Superlópez en la época en que la guionizaba Pérez Navarro, mi etapa favorita.  El planteamiento podía dar mucho juego, y tras la derrota de los personajes era obvio que necesitaba una continuación, así que por nosotros, estupendo.

La aventura editorial había empezado, con el auspicio de Quomic (no tuve ninguna duda sobre el título: mezclé el nombre de la asociación -para entonces, ya me había acostumbrado- con el que reciben estos tebeos en Norteamérica y salió Quomic-Book, un título, a mi parecer, coherente con el contenido) y la ilusión aunada de dos chavales comenzó a dar sus frutos. Escasos, pero frutos al fin y al cabo. Se vendió en librerías locales y nos llevamos algún ejemplar al Salón de Barcelona de 1992. Salió reseñado en varios fanzines, hasta  en El Jueves,  se vendieron algunos ejemplares por correo... en suma, teníamos un pequeño público que quería ver más aventuras de nuestros personajes. En particular gustaron mucho las de los Vengativos,
así que la cosa marchaba y preparamos un segundo número donde continuamos la serie y empezamos a pensar en nuevos contenidos. El segundo ejemplar tenía como aliciente un personaje creado por Mariano, Headhunter, una especie de Robocop en una narración que se salía del tono del primer número ya que no estaba contado en clave de humor. Conocimos más gente, intercambiamos el fanzine con otros colegas por correo y empezamos a ser conocidos en el
mundillo. Nuestro  tercer número tardó un año en aparecer, pero salió, en mi opinión, más redondo que en anteriores ocasiones. El dibujo de Mariano había madurado  y ganado en calidad y en ese tiempo habíamos conocido a los Lorente bros. Que nos ofrecieron una historieta larga suya, parodia de la película Depredador que encajaba perfectamente en la temática de la revista.

Y un amigo de Jaén  había accedido a colaborar ilustrando un guión mío titulado Vacaciones prehistóricas, protagonizadas por la parodia de otro de mis grupos preferidos de Marvel, los 4 F, que aquí  se llamaron los 4 Fantasiosos. A mi parecer estas dos colaboraciones enriquecieron
notablemente el nivel artístico del fanzine y aún  lo considero nuestro mejor número. Además, guardo un buen recuerdo de él porque se reseñó en Forum y en Zinco con una buena crítica y nos pidieron desde varios puntos de España no sólo ese número, sino también los anteriores.  Además, este número presentaba la esperada conclusión del serial de Los Vengativos con un
episodio de 12 páginas.

En 1995 salía el cuarto y último número de Quomic-Book con el segundo episodio de los fantasiosos en la prehistoria, una pequeña, pero de gran calidad, colaboración de los Lorente (un what if antológico, titulado: "¿Y si el universo Marvel estuviese plagado de erratas?"), un epílogo a la historia de los vengativos con el destino del DR. Chung y una nueva historia de Headhunter de 22 páginas guionizada por un amigo de Mariano, Luís Suarez, que sinceramente era muy buena, lástima que no llegara a  hacerse una continuación en un quinto número, porque el serial de los 4 F. quedaba también inconcluso.

¿Qué pasó después, por que no se continuó? No recuerdo exactamente las circunstancias,  pero puedo decir que en cuatro años se evoluciona, cambian las necesidades y, lo que en un principio se hacía por diversión se estaba convirtiendo casi en un compromiso nuestro por seguir publicando. Mariano estaba haciendo su carrera de Ilustración en Murcia y eso le ocupaba mucho

tiempo, razón por la cual se habían retrasado los últimos números. Y además, mandaba pruebas de dibujo a Marvel porque uno de sus sueños era -y es todavía- llegar a publicar algún día en el país de los dólares, lo que le restaba aún más tiempo libre. Por mi parte estaba reconduciendo mi actividad  dentro del cómic escribiendo artículos de información y opinión tanto para nuestra revista Pasaba por Aquí (sí, esta misma que estás leyendo y que lleva aguantando el tipo 10 años) como para otros fanzines nacionales, y en poco tiempo colaboraría con diarios y revistas de mayor tirada. Quomic-book fue una buena experiencia, un puente necesario para pasar a otros niveles, la materialización de unas inquietudes de comunicación, y duró lo necesario para completar este ciclo. No puedo pedir más.

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