sábado, octubre 14

BYPUCHE

Edita: José Miguel Puche Díaz
Yecla, 1997.
3 números.
Formato: 21 x 15 cm.
Fotocopia B/N.
Número páginas: Nº 2: 80
Encuadernado con grapa.
PVP Nº 1: 150 pts. Nº 2: 150 pts. / 0’90€




El editor y autor de este fanzine se guisaba y se comía todo el espacio con historietas, de mayor y menor extensión, dibujos, chistes y bocetos, de las más diversas temáticas. En las páginas centrales se anexaban pósters desplegables.

NOTA: No dispongo de ejemplares de los números 1 y 3, si alguien tiene la buena voluntad de escanear portadas y remitírmelos le estaría agradecido.

Para el nunca editado número 30 del fanzine Pasaba Por Aquí, monográfico de publicaciones y faneditores murcianos, Puche Diaz realizó un texto donde comentaba génesis e idiosincrasia de su publicación. Por su valor testimonial lo rescato a continuación.

Bypuche

“Ante todo, saludos estimado lector. Me presento: soy Elpuche, aunque la mayoría de la gente no me llama, cosa que en ningún caso es reprochable sino absolutamente comprensible, pero no estoy aquí para hacer valoraciones sobre las virtudes y defectos acerca de mi persona.

Escribo estas líneas porque el responsable de este tinglao, me pidió que escribiese unas líneas acerca de problemas y anécdotas a las que hubiera tenido que enfrentarme a la hora de realizar mis fanzines (unas cuantas hojas lamentablemente fotocopiadas y grapadas que ninguna persona en su sano juicio debería comprarse, pero hay gente “pa to”). Considero que no tengo nada importante que decir acerca del tema, pero como el hablar de cosas irrelevantes es una de mis especialidades, allá voy:

Supongo que la decisión de realizar un fanzine viene relacionada con ciertas tendencias exhibicionistas, porque al fin y al cabo, a los dibujantes (y que me perdonen por autoincluirme dentro del gremio) nos gusta enseñarlo todo, que la gente lo vea y si es posible, lo elogie (para las mentes más perversas aclaro que estoy hablando de dibujos, atajo de cochinos).

Es uno de los pasos más importantes en la vida de todos aquellos que, para disgusto de sus progenitores, deciden emplear su tiempo libre en garabatear monigotes. Esta decisión sólo es comparable con la de tomar la leche con café o cacao. Supondrá, como ya he dicho, un cambio radical en la vida de estos engendros, ya que implica que propios y extraños conozcan su obra, obra que al fin y al cabo no es otra cosa que la plasmación en un papelote de las oscuras y ocultas obsesiones, perversiones y demás desequilibrios mentales que vagan chocándose entre si por tu pútrida mente de dibujante buscando una vía por la que escapar cagando leches.

Suele pasar que después de la publicación del fanzine en cuestión, la gente decida mantener una prudencial distancia y que las esporádicas miradas de curiosidad que algunos te dirigían preguntándose si eras un bicho raro se conviertan ahora en una constante, y que la curiosidad de la mirada se torne ahora en recelo y/o asco. Al menos habrás contestado a su pregunta.

La pérdida de popularidad social, que en la mayoría de los casos ya era bastante triste, por lo que no resulta traumática en exceso, se ve compensada con las alegrías y risas que provocas con tu obra:

las primeras risas son las de la imprenta de tu calle al ver la ridícula cantidad de dinero con la que pretendías que ellos te hicieran el fanzine;

las segundas risas se producen en la imprenta también cuando tú, ingenuamente, preguntas si sería posible algún tipo de descuento;

las terceras risas son las de los comercios a los que acudes con tu mejor repertorio de frases aduladoras y una cara de buena persona concienzudamente practicada con horas y horas frente al espejo, en busca de que te patrocinen el fanzine, cosa que no ocurre, sólo te llevas unas palmaditas de ánimo, algún trocito de chistorra con pan de ayer e irónicos “más suerte en la próxima tienda”;

las cuartas risas son las de las librerías en las que intentas que te vendan el fanzine que has sacado adelante malamente con fotocopias cutres (aunque baratas), o a base de calca y lápiz afilado en los casos más extremos, y que son poco proclives a la cooperación ya que “ellos son un establecimiento serio y no venden cosas de esas”;

por último, también provocas la algarabía general cuando vas a reclamar el dinero que te pertenece de las inexplicables ventas del fanzine en las librerías que tras muchos lloriqueos te cedieron un mínimo espacio en el rincón más oscuro de sus estanterías. Frases habituales en este momento :”¿qué es un fanzine? ¿quién eres? ¿a qué huelen las cosas que no huelen?”.

Siempre quedarán los amigos de toda la vida, aquellos a los que, tras someterles a un concienzuda extorsión, te compran de buena gana tus cómics, dándote atentos recuerdos para tus muertos y familia cercana.

Pues nada, no tengo nada más que decir, aunque creo que tampoco he dicho nada, pero ya dije que era un experto en no decir nada (¿...?).

A todos los que crean que he adoptado un postura victimista a lo largo de todo este escrito para dar lástima, que la gente se apiade de mí y compren por caridad mis fanzines venideros, tengo que decirles que están en lo cierto, así que espero que os rasquéis el bolsillo y hacerme insultantemente rico a costa vuestra.


Hasta la próxima.”

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